lunes, 23 de noviembre de 2015

Es ser quien se es, con amor y gratitud.

Con los años he aprendido a ser joven pero desde adentro, no a partir de los externo.
Cuando tienes 25 no cuelga nada, todo está firme, no hay marcas en el rostro aún, la energía está en pleno. 
Sin embargo adentro hay mucha fragilidad. Dependes mucho de encajar afuera, de las opiniones que generas, de la valoración y del reconocimiento externo.
Con los años no hay valoración más importante y más valiosa que la de uno mismo. http://ow.ly/TSGQu
No hay premio más edificante que aceptarse tal como se es y sentirse agradecido por tener vida y ser libre, más que por tener una cuenta gorda en el banco o un status social y profesional envidiable.
Nunca había tenido tan hermosas charlas con la vida y con los seres que realmente me aman como soy, hasta que pasaron los años y tengo marcas en el rostro, dos tallas más y más ganas de escuchar para aprender que nunca.
Quienes me aman no se fijan en mi peso corporal, sino en mi sonrisa y mi mirada.
No critican mi aspecto, escuchan mis anhelos y también mis recuerdos que guardo con tanto amor. http://ow.ly/TSGQu
Aprendí a hacer las paces con mi cuerpo hace un buen rato, lo amo tanto. Ha estado conmigo presente en cada batalla sin rajarse y eso vale más para mí que volver a ser talla 7.
Juntos compartimos heridas de guerra, memorias de dolor, de miedo que hemos ido superando más unidos que nunca.
En la medida en que hice las paces con mi pasado, mi cuerpo, mi edad, empecé a comprender mejor lo que es la vida y pude amar mejor a quienes me acompañan en esta travesía llamada vida.
La clave es dejar de huir.
Es ser quien se es con amor y gratitud. http://ow.ly/TSGQu



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